miércoles, 5 de septiembre de 2007

Nanas de Cebolla

Desde la cárcel, el poeta español Miguel Hernández, enfermo y triste, le escribe una carta a su esposa Jsefina en respuesta a la fotografía que ella le había enviado:

"No pasa un momento sin que lo mire y me ría, por muy serio que me encuentre, viendo esa risa tan hermosa que le sale delante de los cortinones y encima del catafalco ese en que está sentado. Esa risa suya es mi mejor compañía aquí y cuanto más la miro más encuentro que se parece a la tuya. Y los ojos, y las cejas y la cara entera. Este hijo nuestro, por quien no debes perder el ánimo y la confianza en esta vida, es más tuyo que mío. El otro era más mío..."

El otro al que el poeta se refiere es el hijo anterior, que había muerto.

Más tarde, en otra carta, Miguel Hernández escribe a su mujer al enterarse de la noticia de que ella está pasando problemas económicos y vive a pan y cebolla:

"Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme..."





Nanas de Cebolla
(Miguel Hernández/Joan Manuel Serrat)
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La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño el la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.

No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

5 comentarios:

rapunzel dijo...

y ese nene de las fotos quién es? qué simpático el perrito.

Miguel Angel dijo...

Gracias por el comentario. El niño es mi sobrino David. Cumplió dos años el día 5 de este mes. Mi perrita se llamaba Boni, murió hace algunos meses, a la edad de 120 años en año-perro. Está enterrada en el patio, pero no le digas a nadie.

Blas Barajas, escritor dijo...

hola miguel, qué ondas, me di una vuelta por tu concurrido blog. son unas fotos muy lindas, nos vemos pronto.

flor bovina dijo...

mmm... puess yo ya se que tienes a tu perra muerta "enterrada" el patio aispuro!!!

A mi se me hace que tanto a tu perra como a tu adorable sobrinito, los usaste de alimento para tu zoológico de aves exóticas que tienes escondido en el patio de tu casa y que no quieres que nadie se entere... jsjs :P

que bonitos ambos ^^

saludos

Anónimo dijo...

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