lunes, 31 de diciembre de 2007

Un año más

Tengo algunos años dedicando regularmente el texto de "Mis deseos" de Victor Hugo. Hoy sentí ganas de redactar los míos propios para la gente que estimo.

  • Les deseo mucha gente a su alrededor, mala y buena, trascendente e intrascendente; pues a nuestro propio pesar, es la única manera en que se aprecia el brillo de algunos, la opacidad de otros, cuando los contemplamos juntos, cuando encontramos en ellos, o no, un espejo. Pero así y todo, todos juegan su papel, y eso es siempre importante.
  • Les deseo salud y sueños tranquilos. Nada como no dormir por el reflujo o tener ojeras de mapache para comenzar a apreciar algo tan simple como un buen descanso.
  • Les deseo momentos para ustedes mismos, momentos de soledad que dediquen a sus interioridades, cinco minutos para que escuchen una canción, lean unos versos o párrafos, gozen de una película o serie, no por que en ellos esté la clave de nada, sino para que encuentren esas emociones auténticas que nada se parecen a la risa colectiva, al embarazo público. Les deseo que en esos minutos de soledad, se escuchen a sí mismos.
  • Les deseo que canten mucho, que tengan la dicha de encontrar canciones que sean una faceta completa de ustedes. Les deseo el delirio absoluto de cerrar los ojos y seguir con los labios la canción que, por segundos, fue escrita única y exclusivamente para ustedes.
  • Les deseo que lean muchos libros. Nada me ha acercado tanto a las personas como un buen libro y, hasta que no descubra yo una mejor manera de conocer a los demás que no sea a través de sus lecturas más íntimas, seguiré deseando eso a todos.
  • Les deseo una mascota o un amigo de la niñez. Pocas cosas nos revelan el amor sin espectativas ni reproches como lo hace un animal; y la amistad de los viejos compañeros nos revela ese lado invulnerable al tiempo que tiene el amor. Se los deseo como una pista de ese Amor, con mayúsculas, que todos tienen en la mente, por eso les deseo esa prefiguración.
  • Les deseo que no guarden ningún rencor, por más razones plausibles, por más orgullos resguardados, nada vale el sabor de que lo único que nos resta de personas que amamos alguna vez sea nuestro rencor unilateral. Nada vale regar sangre sobre escombros.
  • Les deseo amar, incluso, más que ser amados. Nada nos salva más que poder amar a alguien. Nada nos purifica, nada nos hace desear ser mejores que poder amar. Puede faltarles quién los ame, puede faltarles el calor de otro cuerpo en estos inviernos, pero créanme cuando digo, no es peor a que les falte la capacidad de extrañar eso mismo.
  • Les deseo el valor de verse frente a todos los espejos. Por que amarse a veces es relativamente fácil, pero aceptarse tal cual somos y así todavía amarse, es más complicado. Les deseo verse en un espejo alguna mañana, sin artificios ni la luz especial que es la mirada de otros, y saber quiénes son y lo que valen, así, sin posesiones más que las contenidas en su cuerpo.
  • Les deseo que estén con sus familias en estas fechas. La familia es, sobre todas las cosas, el bastión al que volveremos. Pasar estos días en compañías de sus familiares es la clave para saber cómo sobreviven a 360 días de conflictos y tensiones sin matarse los unos a los otros.
  • Les deseo, al igual que el amor, confiar en que existen buenos amigos, ausentes quizás, inexistentes quizás, pero que cada uno de ustedes tenga la fe que los hay, que lo habrá. Deseo que no piensen en que los han habido y dejaron de serlo, esos eran quimeras. Les deseo que teniéndolos, los sepan conservar.
  • Finalmente, les deseo un hambre de sueños, deseos no cumplidos, promesas, anhelos, un furioso vivir, un recordar inmensamente las dichas grandes y pequeñas, una sonrisa ante el dolor, y sobre todas, todas las cosas, les deseo ser luz.
  • Ser luz, iluminar a nuestros amigos, las familias, los seres queridos, la pareja amada. Les deseo que cada uno sea esa vela en el bosque para quienes aman. Si todos en este momento piensan que el mundo de alguien es menos oscuros sólo por que ustedes existen, sépanse satisfechos y amados, nada más hace falta, ni mis deseos, ni lo que venga.

Suerte, 2008.


Brindo por ustedes, oyendo a Mecano y a Enrique Bunbury.