viernes, 31 de agosto de 2007

Canción para una tarde de agosto

Hace cinco años, durante un asalto, recibí una cuchillada en la mano derecha tan profunda que pude ver mis tendones romperse. Tengo todavía las cicatrices. Son tres:
Una está justo debajo de mi dedo cordial (o medio o mayor) tres líneas lívidas convergen justo en ese punto. Con algo de imaginación es un cristo arrojado de su cruz. Mis tendones se habían retraído y poco a poco se habían ido cicatrizando. El doctor tuvo que abrir la base de mis dedos para estirar el tendón retraído y reunirlo con el de la muñeca.

La segunda. Debido al proceso de cicatrización, mis tendones no podían ser restirados completamente, por lo que fue necesario tomar un injerto de tendón de alguna parte. La parte elegida fue la muñeca derecha. Otra vez, inviertiendo algo de imaginación, parece un ojo cerrado o bien una boca abierta.

La tercera es mi favorita. Un corte limpio de un cuchillo cebollero. Sentí su hoja de ocho pulgadas atravesándome la palma de la mano. Es curioso, pero no duele (no en ese momento), sólo puedes sentir la tibieza de la sangre. Esa herida se sobrepuso a la línea de la vida...

Nadie las nota. Es raro, si tomamos en cuenta de que están en la mano derecha. ¿Cuándo sería la última vez que alguien me tomó de la mano?

¿Y son todas las cicatrices que la gente no nota? ¿Cuántas interiores que la gente ignora?¿Qué pasaría si (como en esa canción de Human Drama) pudieramos ver las cicatrices que se alzan del interior? ¿Qué pasaría también, si como Mr. Zsasz, guardaramos una por cada persona que lastimamos?

Quizás no sea tan malo que pasen desapercibidas, todas ellas. Aunque no por eso alguna dejan de doler cuando hace frío.










Paula Frazer - August´ Song


Por cierto, si alguien encuentra la letra de esta canción, se lo voy a agradecer muchísimo.

jueves, 23 de agosto de 2007

Una Estrella en el Universo


A Star In the Universe
(Skylark)

Just a little Star, now you are walking through the Light,
Sólo una pequeña Estrella, ahora vas caminando a través de la Luz,
searching for a Dream, Fire in your Eyes.
buscando un sueño, fuego en tus ojos.

Little but so sweet is what you look like
Pequeña, pero tan dulce es que te veías
jumping on my back when you see me,
saltando sobre mi espalda al verme,
Never I'll forget your insistence
Nunca olvidaré tu insistencia
Just to find a place to ride on.
solo para encontrar un lugar al cuál dirigirte.

Never I'll betray your affection.
Nunca traicionaré tus afectos.
You'll have always lived in my dreams,
Tú siempre habrás de vivir en mis sueños,
without you my nights will be different
sin ti mis noches serían difetentes
hoping you can run only to be free.
esperando que puedas correr solo por ser libre.

Now the Star has gone I'll remember your name,
Ahora la Estrella se ha ido, recordaré tu nombre
Never to much to say, it's a low of the Day.
Nunca hay mucho que decir, es lo bajo del Día.

Music of the Darkness, images from the light,
Música de las Tinieblas, imágenes desde la luz,
just your soul remains, your are riding free tonight.
sólo tu alma permanece, tú marchas libre esta noche.
...Flying free...
...Volando libre...

viernes, 17 de agosto de 2007

Bajo la máscara

Dentro de la novela gráfica Watchmen existen varios textos ficticios que amplian la realidad narrada en la misma. Uno de ellos es Bajo la máscara, supuesto fragmentos de la biografía de Nite Owl I. Aquí un fragmento de la misma.

La mujer que trabaja en el colmado de la esquina se llama Denise, y es una de las más grandes novelistas inéditas de América. Durante estos años ha escrito cuarenta y dos novelas románticas, aunque ninguna ha llegado a las librerías. Yo, sin embargo, he sido tan afortunado que he oído los guiones de las últimas veintisiete, contados por entregas por la propia autora cada vez que me pasaba por su tienda a por un tarro de café o una lata de judías, y mi respeto hacia la destreza literaria de Denise no tiene fronteras. Así que, como es natural, cuando me enfrenté a la difícil tarea de comenzar en serio el libro que tienes ahora en tus manos, le pedí consejo a Denise.
«Oye», le dije. «No sé cómo escribir un libro. Lo tengo todo en la cabeza, pero ¿qué pongo primero? ¿Cómo empiezo?» Sin apartar la vista de unos paquetes de detergente a los que estaba poniendo precio, Denise, magnánima, dejó ir una perla de su acumulada sabiduría con voz aburrida pero condescendiente:
«Empieza con lo más triste que te puedas imaginar y ponte al público de tu parte. Después de eso, créeme, el resto es un paseo». Gracias, Denise. Te dedico este libro, porque no sé escoger entre todos los demás a los que se lo debería dedicar.
Lo más triste en que puedo pensar es «La Cabalgata de las Valkirias». Cada vez que la oigo me deprimo y medito sobre la Humanidad y la injusticia de la vida y todas esas otras cosas en que uno piensa cuando son casi las tres de la mañana y tu estómago no te deja dormir. Ahora sé que nadie más en este planeta suelta una lágrima cuando oye ese rollo de estribillo, pero es porque no conocen a Moe Vernon.
Cuando mi padre creció y dejó la granja de mi abuelo en Montana para traerse a su familia a Nueva York, Moe Vernon fue el hombre para el que trabajó. El taller de reparaciones de Vernon estaba justo al final de la Séptima Avenida, y aunque era sólo 1928 cuando papá se metió ahí, ya era una hazaña para su sueldo el mantenernos vestidos y alimentados a mí, a mamá y a mi hermana Liantha. Papá siempre fue hábil y entusiasta en su trabajo, y yo creía que era porque le gustaba un montón los coches. Ahora que recuerdo, veo que era más que eso. Debió significar mucho para él eso de tener un trabajo y poder sustentar a su familia. Había tenido un montón de peleas con su padre por venirse al este en lugar de encargarse de la granja, como el viejo había planeado, y muchas habían acabado con mi abuelo augurando la miseria y la ruina moral de papá y mamá si ponían un pie en Nueva York. Vivir la vida que él mismo había escogido y mantener a su familia por encima de la miseria, a pesar de las predicciones de su padre, debe haber significado para él más que otra cosa en el mundo, pero es algo que sólo entiendo ahora, con perspectiva. Entonces sólo pensaba que estaba loco por las ruedas.
En fin, yo tenía doce años cuando dejé Montana, así que durante esos pocos años después en la gran ciudad ya tenía edad para apreciar los viajes ocasionales con papá a la tienda de coches, que es donde primero vi a Moe Vernon, su jefe.
Moe Vernon era un hombre de unos cincuenta y cinco años y tenía una de esas viejas caras de neoyorquino que ya no se ven por ahí. Es curioso, pero algunas caras parecen estar o pasar de moda. Miras viejas fotos y todos tienen un cierto aire, como si todos fueran parientes. Mira otras de diez años más tarde y verás que un nuevo tipo de rostro se impone, y que las viejas caras desaparecen y se esfuman, para no ser vistas más. La de Moe Vernon era de ésas: triple mentón, una cínica y pedante mueca en el labio inferior, bolsas bajo sus ojos, el pelo batiéndose en retirada por su cabeza hasta concertar una cita con la etiqueta (del cuello) de su camisa.
1928: Mi padre, yo, Moe Vernos y Fred Motz
Como siempre, entraría en la tienda con mi padre y Moe estaría sentado ahí, en su oficina, toda ventanas para ver trabajar a sus hombres. A veces, si mi padre quería comprobar algo con Moe antes de seguir con su faena, me mandaba a la oficina a hacerlo por él, así vi las entrañas del santuario privado de Moe. O más bien, las oí. Es que Moe era un fan de la ópera. Tenía uno de esos nuevos gramófonos en un rincón de su oficina y no paraba de pinchar en todo el día sus setenta y ocho viejos discos rayados favoritos tan alto como podía. Hoy en día eso de «tan alto como podía» no significa mucho follón, pero en 1930 sonaba a pura cacofonía, porque las cosas eran normalmente más silenciosas. Lo que también era peculiar en Moe era su sentido del humor, representado por todas esas porquerías que guardaba en el cajón superior de la derecha de su escritorio. En ese cajón, entre un lío de gomas y clips y recibos y cosas por el estilo, Moe tenía una de las más nutridas colecciones de novedades de mal gusto que había visto nunca hasta el momento. Eran juguetitos atrevidos y artilugios que Moe había robado en tiendas de artículos de broma o en Coney Island, pero su nivel vulgar y ordinario era abrumador: aquellos regalitos tristes y baratos que recuerdas que papá traía a casa cuando había estado bebiendo con los amiguetes y avergonzaba a tu madre; aquellos bolígrafos con una chica al extremo cuyo bañador desaparecía cuando los ponías boca abajo; aquellos juegos de sal y pimienta en forma de tetas; aquellas tonterías para los perros. Moe los tenía todos. Cada vez que alguien entraba en su oficina, trataba de sorprenderlo con su última adquisición. En verdad, mi padre se escandalizaba más que yo. No creo que le gustara la idea de tener un hijo expuesto a esas porquerías, quizás por los consejos morales que mi abuelo le había inculcado. Por mi parte, no me ofendía, e incluso lo encontraba bastante divertido. No por las cosas en sí... por aquel entonces ya era demasiado viejo para divertirme con esas tonterías. Lo que encontraba divertido era que, sin ninguna razón aparente, un adulto tuviera un cajón repleto de esas ridículas bobadas.
En fin, un día de 1933, un poco después de mí diecisiete cumpleaños, estaba en el taller de Vernon con papá, ayudándole a hurgar de las vísceras aceitosas de un Ford larguirucho. Moe estaba en su oficina sentado y, aunque no lo supimos hasta más tarde, llevaba puesto un cacharro de espuma pintado de forma muy realista como unos pechos de mujer, con esto esperaba conseguir unas risas de un tipo que le traía el correo de la mañana desde la oficina de enfrente. Mientras esperaba, escuchaba a Wagner. El correo llegó a su debido tiempo, y el tipo que lo trajo trató de dedicarle una obediente risita antes de dejarle abrir y examinar las cartas de esa mañana. Entre ellas (como dije, esto lo supimos luego) había una de la esposa de Moe, Beatrice, informándole de que durante los últimos dos años se estaba acostando con Fred Motz, el veterano mecánico de confianza empleado en el taller de Vernon, quien, extrañamente, no había aparecido por el trabajo ese preciso día. Esto, según los concluyentes parágrafos de la carta, era porque Beatrice se había llevado toda la pasta de la cuenta que compartía con su marido y se había fugado con Fred a Tijuana.
Lo primero que nadie supo en el taller sobre el asunto fue que la puerta de la oficina de Moe se abrió de golpe y el asombroso vocerío y la trepidante rendición de «La Cabalgata de las Valkirias» nos asaltó. Enmarcado en el umbral, con lágrimas en sus ojos y la arrugada carta en las manos, Moe permaneció de pie dramáticamente mientras era observado por todos. Aún llevaba el cacharro de senos artificiales. Casi de forma inaudible sobre las retumbantes notas de Wagner in crescendo como fondo, habló, con tanto dolor y ofendida dignidad, ultrajado, luchando por recobrar la voz, que el resultado final fue inexpresivo.
«Fred Motz ha tenido relaciones con mi esposa Beatrice durante estos dos últimos años».
Se quedó ahí plantado, sopesando el impacto, con sus lágrimas rodando por su múltiple mentón hasta empapar la espuma rosa de sus «senos», emitiendo unos ruiditos del interior de su garganta ahogados por el trote de las valkirias y perdidos para siempre. No sé cómo fue. Le veíamos llorar, pero había algo en su inexpresiva forma de contarlo, allí de pie con un par de tetas falsas y toda esa música triunfal retumbando y cerniéndose sobre él. Ninguno pudo evitar reírse de él. Mi papá y yo nos partíamos de veras y los otros tipos se retorcían sobre los coches de al lado, llorando de risa y manchándose la cara con el aceite de la faena.
Moe sólo nos miró fijo durante un minuto y luego se metió otra vez en su agujero y cerró la puerta. Al rato Wagner se calló de pronto con un feo ruido de disco rayado, como si Moe le hubiera quitado la aguja al brazo del gramófono, y el silencio se hizo. Pasó una media hora antes que nadie entrara a disculparse en nombre de todos y ver si Moe estaba bien. Moe aceptó las disculpas y dijo que estaba bien. Parece ser que estaba ahí sentado, en su escritorio, pero sin los pechos, siguiendo con su rutina de papeleo como si nada hubiera pasado.
Aquella noche nos mandó a todos pronto a casa. Entonces cogió el tubo de escape de uno de sus mejores coches y lo metió dentro de la ventanilla, puso en marcha el motor y cayó en un final y amargo sueño eterno acunado por el monóxido de carbono. Su hermano se puso al frente del negocio e incluso volvió a emplear ocasionalmente a Fred Motz como mecánico jefe.
Y así es que «La Cabalgata de las Valkirias» es lo más triste que puedo recordar, aunque es más bien una tragedia ajena y no mía. Aunque yo estuve allí y me reí con todos y creo que eso me hace parte de la historia también. Ahora, si la teoría de Denise es correcta, debería tener vuestra plena simpatía y el resto será un paseo. Así que mejor será contarte ya todo el rollo por el que compraste probablemente este libro. Quizá sea mejor explicarte porqué estoy más loco de lo que nunca estuvo Moe Vernon. No tuve un cajón lleno de novedades eróticas, pero creo que tuve mis propias manías. Y aunque nunca me he puesto un par de senos falsos, he andado por ahí vestido de una forma igual de extraña, con lágrimas en los ojos mientras la gente se moría de risa.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Ésos que cayendo cantan

Hay canciones que se convierten en acontecimientos. Sensaciones quedan ancladas en una melodía, pero con la clave perdida. Alguna vez, en algún momento, la canción nos asalta, nos lleva de vuelta a ese momento, sin pedirnos siquiera permiso. Caemos (no encuentro otra palabra más precisa) hacia la memoria. No a ese ordenado y fotográfico recordar que a veces tenemos en los recuerdos invocados. No, caemos al remolino de sensaciones apenas comprendidas, apenas aceptadas, de que hubo instantes mejores que éste. De que la felicidad de alguna manera se quedó atrás.

Cuando escuchamos ciertas canciones, somos por un momento un preso de las sensaciones, ese personaje de Proust en Por el camino de Swann: Ya nunca podremos tomar, como él, una taza de té de tila acompañada por su partícular magdalena sin tratar de invocar aquellas sensaciones, aquel placer que el protagonista sintió, en el conjunto cósmico de probar a regañadientes ese trozo de pan, mojado en el tibio té. Nunca lograremos aprehender, por más que reconstruyamos, como un rito, el conjuro del placer sentido. Las emociones también fluyen con los ánimos, como la juventud que se pierde; se van con la madre que nos ofreció aquella taza de té de tila.
Pero así y todo, una tarde donde llueva igual, donde la felicidad nos sorprenda al ser sentida en detalles nimios, donde sea café (y no té), donde suene esa canción, el placer volverá.
Ésta es Glasgarten, una canción conjuro. Una canción que me recuerda tanto y a la vez me hace sentir vedado. Es una canción, qué típico, de un paisaje visto a través de un vidrio empañado, de unos ojos empañados, de un tiempo empañado. Una canción de la que siento haber perdido la clave hacia esa felicidad, de caer cantando, como gota de lluvia o un día pleno.


Glasgarten
Goethe´s Erben & Peter Heppner


Wie aus Wasser geformt - erstarrt
Como formándose fuera del agua, solidificándose,
gesprungenes Lachen
surge una risa
Elfenstimmen eilen
de apresuradas voces élficas
zwischen den klaren Blüten
entre las claras flores,
eisgleicher Äste
ramas de hielo,
glashafter Bäume
árboles cristalinos.

Ob sie wohl Leben?
¿Será posible que estén vivas?
Sie werfen keine Schatten
Sin arrojar sombra,
nur gebrochene Bilder
sólo cuadros quebrados,
sie fächern das Licht
sujetando la luz.

Im Glasgarten verirrt sich die Zeit
En el jardín de cristal el tiempo se detiene
und bleibt als Moment erhalten
y cómo un momento se sostiene,
und bleibt als Moment erhalten
y cómo un momento se sostiene.

Nur der Mond weist den Weg zum Morgen
Sólo la Luna muestra el camino hacia la mañana
erlaubt der Sonne einen neuen Tag
permitiendo un nuevo día al Sol,
Im Glasgarten küßt der Mond das Licht
en el jardín de cristal la Luna besa la luz. (x2)
Ganz aus Glas
Completamente de cristal,
Kalt wie Eis
frío como el hielo,
Jeder Baum im Glasgarten
cada árbol en el jardín de cristal,
Blüten rein wie Kristall
flores puras como de cristal,
Jeder Ton im Glasgarten
cada nota en el jardín de cristal.

Nichts duftet
Nada huele,
geschmacklos die Frucht
frutos sin sabor.
Wer genießt sie?
¿Quién los disfruta?
Schön...
Hermoso...

Im Kristallglas
En el ventanal,
verirrt sich das Licht
yerra la luz.
verirrt sich das Licht
yerra la luz.

Nur der Mond weist den Weg zum Morgen
Sólo la Luna muestra el camino hacia la mañana
erlaubt der Sonne einen neuen Tag
permitiendo un nuevo día al Sol,
Im Glasgarten küßt der Mond das Licht
en el jardín de cristal la Luna besa la luz. (x2)
Ganz aus Glas
Completamente de cristal,
Kalt wie Eis
frío como el hielo,
Jeder Baum im Glasgarten
cada árbol en el jardín de cristal,
Blüten rein wie Kristall
flores puras como de cristal,
Jeder Ton im Glasgarten
cada nota en el jardín de cristal.

Die Blumen wirken spröde und starr
Las flores se mantienen rígidas e inflexibles
wem sollte ich diese Kälte schenken
¿a quién le debo dar este clima frío?
die Leere zumuten
El reflejo vacío
unmöglich sie zu pflücken
que no es posible tocar.
sie zerspringen in abertausend Splitter
Se rompen en miles y miles de fragmentos,
winzige Kristalle
pequeños cristales,
die im Fallen singen
ésos que cayendo cantan
den Atem der Elfen
la respiración de un Elfo
begleiten
acompañado
an jedes Ohr
para cada oído
das bereit ist
que esté preparado
zu hören
para escuchar.

Und die Blumen wirken spröde
Y las flores se mantienen rígidas e inflexibles
ganz unmöglich sie zu pflücken
completamente imposibles de recoger,
sie zerspringen in Kristalle
se rompen en cristal
die im Fallen leise singen
cantando tranquilas mientras caen
Und der Atem sanfter Elfen
y el respirar de un gentil Elfo,
die den kleinsten Ton begleiten
ésos de un tono diminuto, acompañados
durch den Garten ganz aus Lichtern
completamente por el jardín desde las luces
an dein Ohr wenn du denn hören kannst
para tu oído si es que los puedes escuchar.

Nur der Mond weist den Weg zum Morgen
Sólo la Luna muestra el camino hacia la mañana
erlaubt der Sonne einen neuen Tag
permitiendo un nuevo día al Sol,
Im Glasgarten küßt der Mond das Licht
en el jardín de cristal la Luna besa la luz. (x2)
Ganz aus Glas
Completamente de cristal,
Kalt wie Eis
frío como el hielo,
Jeder Baum im Glasgarten
cada árbol en el jardín de cristal,
Blüten rein wie Kristall
flores puras como de cristal,
Jeder Ton im Glasgarten
cada nota en el jardín de cristal.

Wie alles - klar - glatt - rein.
Como todo - Claro - Suave - Puro.
Wie alles - klar - glatt - rein.
Como todo - Claro - Suave - Puro.

Ganz aus Glas
Completamente de cristal,
Kalt wie Eis
frío como el hielo,
Jeder Baum im Glasgarten
cada árbol en el jardín de cristal,
Blüten rein wie Kristall
flores puras como de cristal,
Jeder Ton im Glasgarten
cada nota en el jardín de cristal.


Y para terminar, dos videos de la misma canción. Ambas versiones suenan menos electrónicas y cuentan con una actuación con más feeling por parte de Peter Heppner. Muy recomendables, el primero por las imágenes que alterna y el segundo por todas las razones por las que una canción en vivo en buena.




jueves, 2 de agosto de 2007

Wicked Witch
Demons & Wizards
Touched by the Crimson King


There is a demon,
Hay un demonio,
an evil mind
una mente malvada
inside us;
dentro de nosotros;
oh, I know, I know,
oh, lo sé, lo sé,
we all know the rules:
todos conocemos las reglas:
when water will be shed
cuando el agua sea derramada
the Wicked Witch is...
la Bruja Malvada está...

This is the end of all the miracles,
Este es el final de todos los milagros,
farewell to you Yellow Brick Road.
me despido de ti, Camino Amarillo.
Everything she is longing for
Todo lo que ella anhela
it truly should be hers.
realmente le pertenece.
Now she's gone into nothingness,
Ahora ella se fue hacia la nada,
there she waits
ahí, ella espera.

Still I can hear her singing in the room,
Aún puedo oirla cantando en la habitación,
in the room, I know she's gone.
en la habitación, lo sé, ella se ha ido.
I've thought: "She'll never fail,
He pensando: "Ella nunca fallará,
all magic will be gone
toda la magia se irá
the day she'll melt away"
el día que ella se disuelva"

This is the end of all the miracles
Este es el final de todos los milagros,
Still I hear her singing in the dark.
Aún puedo oirla cantando en la oscuridad.
(Truth has changed, her voice it stays the same)
(La verdad ha cambiado, su voz permanece igual)
Farewell to you yellow brick road.
Me despido de ti, Camino Amarillo.
Still I hear her singing in the dark.
Aun puedo oirla cantando en la oscuridad.

While time goes on her voice will fade away.
Mientras el tiempo pasa su voz se desvanece.

"They are all, they're everything, they are mine,
"Ellos lo son todo, son todas las cosas, son míos,
(Hate will live on)
(El odio vivirá)
Silver shoes you're mine, you are mine,
Zapatillas de plata, son mías, ustedes son mías,
(Hate will live on)
(El odio vivirá)
you are mine"
ustedes son mías"

This is the end of all the miracles,
Este es el final de todos los milagros,
(Hate will live on)
(El odio vivirá)
farewell to you yellow brick road.
me despido de ti, camino amarillo.
(Hate will live on
(El odio vivirá)

The Wicked Witch is dead...
La Bruja Malvada está muerta...